El otro día alguien me preguntó si la inflación me había afectado de alguna forma. A lo que contesté en forma despreocupada, segura y rápida lo siguiente: A mí, la inflación no me ha afectado realmente gran cosa…

Es más, les contaré, por ejemplo, que algo como la inflación no ha generado el mínimo de mella en las compras de $100.00 pesos que hago seguido de gasolina y de todos los demás productos que en las gasolineras venden. Sigo comprando siempre que voy a cargar los mismos $100.00 pesos M. N. (MONEDA NACIONAL) que he acostumbrado comprar desde hace mucho, pero mucho tiempo.

Gasolinera 1Saben, siempre he acostumbrado, al ir a cargar gas a la gasolinera, pedirle al eficiente despachador, “El Mangueras”, ya que así es como todos le dicen por allí, que de favor me ponga en el tanque “$95.00 pesos de la verde”. Para el que no lo sepa, “La verde” es la gasolina más barata… Y no otra cosa…

De volada, y con una actitud de servicio inmejorable, “El Mangueras” verifica que los indicadores de la bomba marquen ceros para poder iniciar con la operación de carga de combustible al tanque del auto. Una vez que me avisa lo anterior, y le confirmo el entendimiento del mensaje en cuestión, procede diligentemente a cargar todos los litros que en ese momento correspondan a la cantidad de dinero disponible en mi cartera para tal efecto (que son los antes mencionados $100.00 pesos…).

Los otros cinco pesos, que me sobran después de la susodicha carga de combustible, normalmente se los doy de propina al eficiente “Mangueras”. Aunque a veces me pongo a pensar si tal cantidad de dinero realmente le sirve para algo. Pero, pues tampoco todavía hay para darle más…

Mientras la gasolina en el tanque llega al nivel solicitado en pesos, o su equivalente en litros de gasolina adquirida, casi siempre observo que o como le hace “El Mangueras” para cargarle el combustible al carro. ¡Me encanta observar casos y cosas de la vida real! Por lo general, saben, no me gustan mucho los casos de “Harvard”. Prefiero personalmente estudiar otro tipo de casos…

Gasolinera 3A veces también le pido al mismo atento personaje, que en tan importante establecimiento labora, que me cheque las llantas a 30 libras de presión y que revise rápido todos los líquidos que lleva la camioneta o el automóvil que llevo. Si tiene tiempo lo hace. Si no lo tiene… No lo hace… ¿Y…?

Cuando sucede esto último, el despachador de gasolina, alias “El Mangueras”, al no tener tiempo, le grita casi de inmediato al “¡Aceites…!”, otro interesante colaborador de la gasolinera, para que este último pueda proceder a su vez lo más rápidamente posible a la revisión eficiente y diligentemente de todo lo que recién le pedí a “El Mangueras”. No le pido más gasolina, al despachador, saben, porque nunca traigo más dinero disponible para cargar gas. Además, porque es un placer conocer y tratar a tan diligentes personas.

Gasolinera 2“¡¡Aceites…!!”-, le indica a continuación en forma conocedora y clara “El Mangueras”: -¡Buzo, revísate todos los líquidos y las ruedas y los depósitos, y ponle “30” a las llantas…! ¡Ándale “Aceites”, y hazlo de volada…! Yo te ayudo al rato… El señor tiene mucha prisa… ¡Apúrale…!

Entonces el eficiente “Aceites” procede solo o acompañado a revisar todo lo que se encuentra dentro del cofre, a ponerle aire a las llantas a las que les haga falta y a los múltiples depósitos, los líquidos que estén bajos: Transmisión, frenos, dirección, motor, limpiadores, acumulador, radiador y demás… Esto último, claro está, después de mostrarme las diferentes cañas de medición y de pedirme autorización de así hacerlo. Lo último, ya que no necesariamente traigo disponible tanto dinero en la bolsa para rellenar los mencionados depósitos…

Yo le pido entonces, al despachador, que cuando termine, me prepare una nota de remisión por los “$95.00 pesos de la verde y de todo lo demás que sí hubiere sido necesario ponerle al auto”, para poder pasar después a que me elabore la factura correspondiente (uno de los pocos documentos que aun podemos deducir en nuestra declaración voluntaria, y no de amor con la pareja, sino de impuestos, y enviársela con cariños, besos y abrazos a “Lolita”) con el “Facturas…”.

¡Imagínese, ahora, muchos gastos ya no se pueden deducir…! Bueno, de eso hablamos otro día…

Gasolinera 5Así que me estacionó a veces en el pasillo de la gasolinera a esperar me entreguen la factura o en otras ocasiones voy al “cubículo” del “Facturas” y espero a que este también atento dependiente me prepare y entregue allí mismo la factura correspondiente que requiero.

¡¡Vaya servicio eficiente el de estos muchachos…!!

¡El Facturas!, es otro de los folklóricos y eficientes personajes que por la gasolinera pululan y laboran. Muy eficiente de verdad… Me prepara siempre la factura de volada. Ya me conoce él también, saben, y como mí RFC ya está registrado en su moderna base de datos, es fácil prepararme mí factura con ayuda de su computadora e impresora.

Lo único que tiene que hacer “El facturas” es teclear mí nombre o RFC y puesto que los datos para preparar la factura están ya listos en su equipo computacional… ¡Sólo le faltan de introducir a la memoria los montos y vámonooooosss…!

En el cotidiano caso de sólo haber sido necesarios ponerle al carro los $95.00 pesos de gasolina, de recibir la nota y de solicitar que me preparen y entreguen posteriormente la factura, procedo entonces a sentarme en el asiento del auto y colocarme el cinturón de seguridad. Con este en su lugar, se los recomiendo así también hacer siempre, arranco el motor del auto y después de salir de la gasolinera, eso si con mucho cuidado y precaución continuo con mis múltiples arduas labores diarias.

Después de recibir la susodicha factura, siempre la coloco en la visera del auto y me preparo para irme a trabajar o a dar la vuelta. ¡¡Abur…!!

Ah, sobre lo de la inflación y la influencia que ésta ha tenido en mi vida, en mí “economía” familiar y que hace rato les comentaba algo al respecto, lo único malo de la costumbre que tengo de poner gasolina, es que ahora, sobre todo a últimas fechas, tengo que ir muchas más veces a la semana o al mes a la gasolinera, y allí tener que saludar al amigable personal que labora en mí “Gasolinera Favorita”, como lo son “El despachador, conocido por todos como “El Mangueras”, al “Facturas” y al “Aceites”.

¡Entienden el mensaje…, ahora voy mucho más veces que lo que antes solía hacer a comprar gasolina para poder andar de un lado a otro el mismo número de kilómetros que los que antes podía andar…!

Y, antes de terminar con esta historia o caso de la vida real, les comento una vez más que: ¡Afectarme a mí la inflación, que va…!

Lo que por ahora realmente me afecta es tener que ir tantas veces a la gasolinera…

Y, por último, lo que seguramente me afectará en el futuro, y mucho, lo he visualizado en diferentes y terribles pesadillas que recientemente ya he tenido, son a saber:

En las tenebrosas pesadillas mencionadas, me veo frente al despachador electro-mecánico-robotizado de gasolina favorito de “El mangueras”, que ya soberbio e inmutable indica que el precio del litro de gasolina es de solamente $100.00 pesos cada uno ese frío día. Con lo cual, entonces sólo me alcanzan con mis humildes $100.00 pesos para comprar 0.95 litros de gasolina, ya que no creo justo dejar de darles a los eficientes servidores de la gasolinera su merecida propina de cinco pesos por causas ajenas a su voluntad.

Después de cargar mí casi litro de gasolina me veo nuevamente con mi cinturón puesto saliendo de la gasolinera por una de las avenidas con todo y mí factura, y casi inmediatamente me veo una vez más de regreso a cargar otra vez más gasolina ya que los $100.00 pesos que recién le cargué al tanque, apenas si me alcanzaron para dar vuelta a la cuadra. Pero, lo peor, es lo siguiente:

“Todo el día me la tengo que pasar en la gasolinera y no me queda ya tiempo para ir a trabajar y ganar el dinero requerido para poner más gasolina al carro. Lo anterior, me hace volverme pobre y desempleado y no poder nunca más usar mi carro por falta de dinero para ponerle gasolina”.

¡Es más me veo obligado a tener que vender mi coche para poder sobrevivir unos pocos días más! ¿O, para comprar comida, o para quién sabe qué más…? Ah, también veo que los eficientes “Mangueras”, “Aceites” y “Facturas” se quedan sin empleo porque ya nadie puede ir a comprarles gasolina…, y menos que les den su bien ganada propina, porque sueldo, eso que se llama sueldo, ellos tampoco lo tenían en ese tiempo o nunca. ¡¡Vaya tragedia…!!

Y, de repente que me despierto sudoroso y acongojado…, y felizmente veo al ir otra vez a la gasolinera, que el precio de la gasolina gracias a Di-os, sigue en $8.00 pesos por litro todavía esta semana… ¡Que alivio! ¿Verdad…? Ehhhh…, Yupiiiii… Zihua, Zuhua… ¡Todavía voy a poder cargar unos 11.875 litros de la “verde” cada vez que vaya a la gasolinera…!

Y, poder así ir a dar la vuelta… O a trabajar… ¡¡Todavía…!!

 

Bibliografía y Referencias Consultadas

1.    Neuman, Jacobo. “Esquezofrenia. Manual para una Nueva Vida”. 7ª. Edición. México: Joega Editorial, 2008.

2.    Neuman, Jacobo. “Le Tour de France. Una Novela Mexicana sobre Calidad, Productividad y Cultura”. 2ª. Edición. México: Joega Editorial, 2008.

 

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