Impactantemente bella y rica culturalmente, la ciudad de Rennes mantiene una esencia única de pequeño pueblo de antaño, es el destino ideal para una escapada romántica o una aventura cultural. Aquí se encuentra un hermoso hotel boutique; Hotel Nemours, una combinación de confort y elegancia, este es el perfecto portal para descubrir la hermosa ciudad.

Nemours es un hotel adaptado a Rennes. Vibrante y joven, tiene una vivacidad increíble. Cuentan con un servicio online de recomendaciones: qué hacer, qué ver, donde comer y como disfrutar al máximo la ciudad.

La capital de Bretaña también tiene su encanto gastronómico, les platicaré de Les Pêcheurs, restaurante por excelencia para los amantes de los mariscos, donde pudimos disfrutar de mariscos frescos preparados con ese “savoire-faire” de los chefs franceses.

Otra especialidad de la región son las “galettes”, en la Saint-Georges, disfrutamos de un concepto nuevo e innovador: galettes cocina de autor. Por dentro de la Saint-Georges inesperadamente la decoración es moderna y original, las galettes son toda una experiencia, mi favorita fue la “galette con foie gras”, acompañada con un helado de vinagreta.

Rennes cuenta con noventa edificios, o partes de edificios, clasificados oficialmente como Monumentos Históricos. También callejuelas enteras flanqueadas de casas del siglo XVI, con fachadas de entramado de madera. Es una ciudad festiva, vibrante y a la vez histórica. Y Nemours es un hotel excelente ya que está cerca del centro histórico de Rennes -la Ciudad del Arte o la Ciudad de la Historia -.

Regresé a Francia en el confort de “Rail Europe” para viajar a la bahía de St-Malo, un lugar donde el tiempo se detiene y se vive la energía que reina en esta antigua ciudad de corsarios.

Aquí me hospedé en “Le Grand Hotel des Thermes”, que por su ubicación justo a pie de playa brinda a los viajeros la mejor postal de St. Malo, donde el servicio personalizado y la alta calidad se confabulan, para poder disfrutar con mayor intensidad las imponentes olas del mar, el sonido de las altas mareas, y la belleza prístina de la playa, junto con el más alto lujo y comodidad.

Tan imponentes como las paredes de piedra y metal del hotel, son las vistas a las torres, al puerto y a la playa desde las 174 habitaciones, que son inundadas con el aire marino puro y por el clima suave de la bahía. Dentro de su silueta característica, existe un mundo con vida propia, reinado por el placer que brinda el buen gusto: aquí, se puede nadar en la alberca techada y con su jacuzzi al centro de su spa; recibir las mañanas con el azul del mar en la ventana; o sentir que se toca el cielo desde su hermosa terraza.

Las vistas impresionantes son la inspiración de los chefs de sus restaurantes, dedicados a brindar una auténtica experiencia gourmet o una deliciosa aventura dietética. En “Le Cap Horn”, se saborean las notas francesas con los ingredientes más frescos, como en la terrina de pato con manzana rellena con “foie gras”, servida con cebolla estofada y salsa de remolacha; o el tierno corte de solomillo de ternera acompañado de tocino ahumado, servido con champiñones y salsa de “foie gras de pato”; y como postre, el “mousse” de chocolate negro con semillas de ajonjolí, crema de té helado y salsa de chocolate. En este santuario de la gastronomía, se ofrece una selecta muestra de los famosos quesos franceses.

“Le Grand Hotel des Thermes” ofrece una combinación perfecta de los placeres gastronómicos con memorables caminatas en la playa, así como momentos de relajación.