Entre los “opinionistas”, así como entre los ciudadanos de a pie, se ha vuelto de moda criticar, vituperar, insultar a Donald Trump y sentirse ofendidos, indignados, molestos por sus comentarios, frases, aseveraciones y afirmaciones.

Donald TrumpEntre los apelativos que más se mencionan: racista, xenófobo, fascista y cada quien agregue lo que quiera.

Quizás ha llegado el tiempo que los mexicanos nos miremos un poco al espejo, hagamos una sana autocrítica y reflexiones un poco, antes de emitir juicios al aire.

Porque en México la discriminación racial se da ENTRE mexicanos. Y viene consagrada en la misma Carta Magna. ¿No creen?

Vamos ahora a citar unas cuantas verdades que a muchos les van a doler porque demuestran que la apertura del mexicano hacia el extranjero se ha vuelto una mera falacia y una mera leyenda o, en la mejor de las hipótesis, un fenómeno de una minoría.

No podemos ir a pedir apertura hacia al mexicano a los norteamericanos ni darles lección de moral al vecino del norte cuando en nuestra propia casa estamos mal, pero muy mal.

Refiriéndome a un artículo del Profesor De Marchis en donde se cita al libro de Jorge Castañeda, “Mañana o pasado” podemos leer lo siguiente: “El 69% de todos los mexicanos, piensan que para ser 100% mexicano, es necesario haber nacido en México; el 61% opina que en la Selección Nacional, no debería admitirse jugadores naturalizados; y entre el 66% y el 76% de los mexicanos, se oponen a que cualquier extranjero trabaje en el país”. Creo que Donald Trump parece un moderado frente a esos comentarios.

¿Queremos ver qué dice la Constitución?

Según ese documento, un “Mexicano naturalizado” no puede ocupar los siguientes puestos:

Presidente, Secretarios de Gabinete, Jefe de Gobierno del D.F., Presidentes municipales, diputados y senadores, miembros de legislaturas locales, gobernadores, embajadores, cónsules, director del IMSS, de Pemex y de CFE, rector y Junta de gobierno del UNAM, rectores de universidades públicas, Gobernador del Banco de México y miembros de su Consejo, Consejeros del IFE, Ministros de la Suprema Corte, los Jueces de Cortes de Apelación, Jueces de Circuito y de Distrito, presidente de la Comisión de Derechos Humanos nacional y estatales, etc.” Creo que Donald Trump parece un moderado de amplías visiones frente a esos comentarios.

Estoy seguro que si esa misma DISCRIMINACIÓN pasara en EEUU no faltaría el opinionista y el público en redes sociales desgarrándose las vestiduras.

¿Porqué antes de criticar a Trump no nos vemos al espejo?

Siendo ácidos, Donald Trump habla de restringir a la inmigración legal y sobretodo ilegal de extranjeros, no habla por cierto de tener ciudadanos de primera o de segunda.  Como ya sucede al sur del Río Bravo.

Otros preguntas que nos duelen.

¿Qué tal el trato que en México le estamos dando a los centro americanos que cruzan nuestro país de manera ilegal para buscar alcanzar el sueño americano? Dicen por allá que antes del sueño mexicano hay una pesadilla mexicana.

¿Cómo reaccionaríamos si Trump se atreviera a proponer en EEUU lo que la Carta Magna mexicana ya dispone? No faltarían las acusaciones de racismo, discriminación, xenofobia, indignación, enojo, molestia; pero, no ha sucedido ni sucederá.

Kissinger, Albraight, Scharzeneger, Cuomo, Raúl Castro (Primer mexicano de nacimiento en ser gobernador de Arizona y Embajador de EEUU y por cierto nacido en Cananea, SONORA) son algunos de una larga lista (http://bit.ly/CiudadanosEUA).

¿Qué tienen en común? Son ciudadanos americanos que desempeñaron un papel exitoso en política, elegidos libremente por otros ciudadanos americanos; ciudadanos y punto, sin distinciones.

En México aún no sucede, pero me temo, sucederá.  Pensemos seriamente la siguiente vez que nos sintamos indignados por Trump.

MBA Nicola Origgi
Coordinador Académico de Educación Ejecutiva y Vinculación
TECNOLÓGICO DE MONTERREY