En la sexta sesión de “CROWD WRITING” o “ESCRITORIA TUMULUOSA”, revisamos los primeros escritos de los asiduos participantes, incluyendo los míos que también he estado escribiendo, leyendo y compartiendo con la interesada concurrencia.

En esta ocasión, les presento la primera parte de uno de mis cuentos del genero de: -CIENCIA FICCIÓN, INTITULADO: ZIP Y ZAP Y SU PERFECTO DEDESPEGUE-, EL CUAL ESTÁ BASADO EN LA ILUSTRACIÓN: “LA CASA DE LA CALLE MAPLE, FUE 

UN DESPEGUE PERFECTO”-, relacionado a una de las imágenes que extraje exprofeso del libro: “LOS MISTERIOS DEL SEÑOR BURDICK”.

A CONTINUACIÓN, LA PRIMERA PARTE DE MÍ CUENTO DE CIENCIA FICCIÒN:

“¡ZIP Y ZAP Y SU PERFECTO DESPEGUE!”*

*CUENTO BASADO EN LA ILUSTRACION “LA CASA DE LA CALLE MAPLE”, FUE UN DESPEGUE PERFECTO…”, DEL LIBRO: -“LOS MISTERIOS DEL SEÑOR BURDICK”-.

Por: Dr. Jacobo Neuman Praes**

jacobo@pulsopyme.com

** DERECHOS RESERVADOS

PRIMERA PARTE:

Zap y Zip se felicitaron mutuamente al ver que su esférica nave espacial plateada volvía a elevarse rápidamente y sin contratiempos, con sus miles de pasajeros multicolores, del suelo terrestre…

Por fin respiraron oxigeno tranquilos… ¡Estaban rebosantes de felicidad de

poder nuevamente viajar por el espacio sideral una vez que hubieron despegado de la amigable casa de la Calle Maple.

Cuando tuvieron que aterrizar forzosamente unas cuantas semanas antes en la tierra, obviamente en calidad de emergencia, y debido a que uno de sus termo-propulsores se había averiado irremediablemente, en ese desafortunado momento, no sabían si podrían volver a levantar el vuelo una vez más. Bajaron en ese entonces a toda velocidad, además de aterrorizados porque temían les sucediera una gran desgracia al estrellarse a gran velocidad en la tierra. La fama

adquirida por los mortíferos terrícolas a través del tiempo interestelar no los dejaba pensar en nada bueno para el cercano e impredecible futuro.

Sus gruesos almanaques de vuelo interplanetario mencionaban cosas increíbles sobre los múltiples y coloridos humanos que lo ocupaban: -“Humanos: Son sumamente salvajes y siempre están en guerra los unos contra los otros”-, y las observaciones que anteriores viajeros habían hecho al navegar por el rumbo de nuestro planeta no eran tampoco nada halagüeñas. Verdaderamente aterrizaron temiendo lo peor. No existían datos sobre ningún sobreviviente galáctico en alguna visita previa al planeta acuoso en ningún libro de historia intergaláctica, y vaya que había miles de tomos computarizados de dicho libro. Ni uno…

Temían terriblemente a los terrícolas antes de ese desafortunado viaje… Y no era para menos. En ninguno de los avanzados mundos de la galaxia, se recomendaba acercarse al planeta. Ni siquiera a curiosear. “Manténganse alejados… Es una orden…” Decían todos…

Por todos los confines del universo, era bien sabida y temida, la mala fama de buscapleitos, intolerancia, discriminación y egoísmo que tenían los terrícolas. A ningún viajero interestelar se le recomendaba acercarse demasiado al planeta acuoso si quería contarlo a sus nietos, bisnietos y demás multiformes o multipatas familiares. En los mapas de navegación más recientemente publicados por la Confederación Intergaláctica Interplanetaria (CII), la Tierra aparecía con un gigantesco asterisco rojo que significaba: “Precaución… Humanos… No acercarse so pena de perecer aniquilados…”.

Zip y Zap, rezaron profundamente a su Omnipresente Dios Interestelar para que los protegiera de las garras de los temidos y sanguinarios terrícolas al ir descendiendo irremediablemente en picada y fuera de control. No había forma de reparar la nave a tal velocidad ya que los frenos de retropropulsión y frenado supe potente se habían averiado también.

Pero, como bien lo dice el viejo dicho: -“La excepción confirma la regla”-, ambos, Zip y Zap, su avanzada nave estelar esférica y los múltiples acompañantes de todo tipo de formas, colores, pieles, plumas y gran variedad de número de patas o garras, que los acompañaban en su alocado descenso, corrieron con mucha suerte en su inesperado encuentro con los pequeños habitantes de la tierra.

Los niños de la casa fueron los primeros en divisarlos a ellos y a su rara nave parecida a un globo brillante. Pronto corrieron a ver qué es lo que había golpeado de repente el gran bote de basura, afuera en el jardín, derrumbándolo con gran estrepito. Sam, el perro, no dejaba de ladrar, y los padres, de los niños, al no encontrarse en casa, no se dieron cuenta que Andrea y Miguel habían recogido la plateada nave esférica del tamaño de una pelota pequeña de playa, y raudos y veloces la llevaron rápidamente sin que ninguno de los vecinos los viera a la recamara. La pequeña nave espacial, no pesaba casi nada…

Colocaron con mucha curiosidad y extrañeza la diminuta esfera, parada sobre sus dobladas patitas en la mesa de juegos. Tenía muchas abolladuras y agujeros y se veían algunos coloridos cables salidos, los que chisporroteaban debido al contacto que hacían entre ellos o con la mesa, y por estar visibles y por fuera de la estructura plateada de la misma.

Pensaron inmediatamente los niños, que era eso un juguete… Que lo habían lanzado los vecinos mientras jugaban pelota entre ellos… Pero, de pronto, una minúscula portezuela inicio su lenta apertura hacia arriba… A la vez que una pequeña escalinata iniciaba su desdoblamiento hacia afuera y abajo. Tanto la puerta como la escalera se detuvieron al quedar la primera abierta completamente, como la segunda, apoyada sobre la tosca de madera de la mesa de los niños y como siempre, abarrotada de juguetes.

Pronto, los golpeados por el violento e incontrolable aterrizaje Zip y Zap, emergieron titubeantes y balanceándose todos adoloridos por la brillante compuerta, iban sobándose con sus pequeñas manos todo su rojizo cuerpo a la vez que se veían bastante temerosos. No llevaban con ellos nada parecido a armas mortales o pistolas láser o granadas explosivas o las temidas bombas de neutrones que siempre traen a la tierra en las películas los asesinos y mortales extraterrestres. Parecían dos indefensos animalitos plumíferos de unos diez centímetros de altura y completamente colorados. Tampoco usaban cascos grandes con tanques y cables de plástico para respirar o tenían antenas. Parecían dos inofensivos periquitos australianos sumamente raros. Además de estar bastante golpeados y medio mareados.

De repente, y armándose de mucho valor, saludaron en son pacífico y en un perfecto español a los niños, -“Hola, Andrea y Miguel, venimos en son de paz, no les haremos ningún daño-”. El sonido gutural que emergía de sus largos picos, los hacía ver y oír bastante cómicos.

Los niños bastante sorprendidos e intrigados por los visitantes saber perfectamente sus nombres, pronto vencieron el miedo y los miraron con extrañeza y asombro. El tamaño y la inteligencia de los pequeños seres, muy similares a los pericos mencionados antes, pero con sus largos picos blancos y rojas plumas, con dos pies en vez de patas y dos perfectas manos con cinco dedos, los maravilló de inmediato. Sus fosforescentes ropajes adicionales, unos pequeños cascos y botas, eran coloridos y bastante ajustados a sus diminutos cuerpos. No necesitaban escafandras para respirar el aire terrícola. La comunicación a partir de ese instante fue completamente fluida, aunque en un tono bastante chillante y recuerdan, muy gutural.

Pronto supieron Andrea y Miguel la desafortunada razón de la inesperada y temida visita extraterrestre y del accidente que habían sufrido al pasar por el espacio sideral cercano a la tierra: -“Golpeamos uno de sus viejos satélites que giran alrededor de la tierra sin control y nosotros perdimos también el control en ese momento”-. La fuerte atracción de la tierra no esperada y difícil de contrarrestar, nos hizo caer estrepitosamente desde la estratosfera hasta el lugar donde nos encontraron. No queríamos venir, saben, pero, aquí estamos. Ahora está en sus manos, pequeños amigos terrícolas, ayudarnos a reparar nuestra abollada y descompuesta nave para poder volver a nuestro mundo lo antes posible. No les haremos daño y sí les enseñaremos muchas cosas si ustedes dos nos ayudan. ¡Por favor, no nos hagan daño! ¡No nos coman…!

Tenían tanto que darse los unos a los otros… Los niños incrédulos, dijeron inmediatamente que sí los ayudarían y se pusieron a sus órdenes. Además, ya habían desayunado su cereal.

Inmediatamente Zip y Zap pidieron todo tipo de ayuda y materiales de los niños para con ellos reparar lo antes posible su maltratada nave y poder partir rápidamente de regreso a su distante planeta. Tenían que regresar pronto ya que llevaban un cargamento especial para salvar a su mundo de la falta de agua. Además, solicitaron un cargamento especial de alimentos para alimentar a los miles de pasajeros que los acompañaban en ese trágico viaje.

¿Miles… preguntaron extrañados los niños…?

Zip y Zap les pidieron inmediatamente autorización a Andrea y Miguel para poder usar su fuente de energía eléctrica y también para desmantelar algunas ollas viejas, latas de conservas, viejos cuchillos y palas de madera que trajeron especialmente de la cocina para reparar el averiado motor y el golpeado fuselaje de su veloz nave. Hubo que quitar un montón de cachivaches y muchos de sus verdaderos juguetes de la mesa para poderla acondicionarla como: -“Taller Moderno de Súper Mantenimiento Especializado de Servicio a Naves Extraterrestres (TAMOSMESA-NE)”-, en clave secreta, para todos ellos a partir de ese momento, “-la mesa del cuarto”.

Un observador no calificado hubiera comentado que la mesa de los niños estaba como siempre llena de mil y un porquerías o juguetes rotos. La madre de los niños, si hubiera entrado a la recamara, los habría regañado por tenerla hecha un chiquero una vez más. Pero, como casi nunca entraba, y siempre estaba todo tirado en sus cuartos, las urgentes reparaciones podían continuar mientras tanto sin sospecha o demora… Era el mejor taller del universo y del mundo, digo, de la tierra.

Zip y Zap, de igual forma que otros de sus acompañantes que también habían salido de la nave para ayudar en su reparación, lo hacían, primero, volaban de ida a la cocina sin cargamento, y regresaban cargados de todo tipo de aditamentos y enseres para cocinar que les servirían para arreglar la abollada nave. Igualmente los niños iban y venían a la cocina, a las recamaras y al baño para enseñarles a Zip y Zap las cosas que allí había y que ellos mismos decidieran que les podría servir para arreglar la maltrecha nave color plata. El resultado de tal frenética búsqueda, la cual duró casi toda la tarde fue: -“Un chiquero y revoltijo por todos lados que daba espanto. Los padres al llegar en la noche los iban a regañar y castigar seguramente de lo lindo”-. Bueno, eso no era raro, no era la primera, ni iba a ser la última… Pero, esta  vez, el objetivo principal del tiradero era de vida o muerte, para los millones de habitantes del planeta de Zip y Zap, y para los miles de viajeros en su nave.

Continuará

 

¡Te espero EN LA SEPTIMA SESIÓN el: sábado 7 de MARZO del 2020!

DONDE: 

Las sesiones de “ESCRITURA GRUPAL” serán los primeros sábados de cada mes a las 11:00 A.M. en “El GLOBO” de Interlomas. Localizado frente a la Plaza Interlomas (la vieja) y junto al McDonald’s. Cerca también de la Universidad Anáhuac del  Norte (Tecamachalco, Edo. México). Terminaremos cada sesión a las 13:00 P.M., aproximadamente. ¡No llegues tarde! ¡Te esperamos!

¡BIENVENIDO A ESTE NUEVO VIAJE LITERARIO!

¡TU ESCOGES EL TEMA SOBRE EL QUE TE INTERESE ESCRIBIR!

¡TE ESPERAMOS…!

 

PD: ¡TAMBIÉN PODEMOS DESARROLLAR ESTA ACTIVIDAD EN TU EMPRESA, EN TU ESCUELA O CON TUS HIJOS! ¡AVISANOS SI TAL ACTIVIDAD TE INTERESARIA DESARROLLARLA TAMBIÉN CON TUS COLABORADORES, PARA PODER PRESENTARTE EL PRESUPUESTO REQUERIDO!

 

FOTOS: MATERIAL PROPIETARIO DE PULSO PYME Y CORTESIA DE Todo-Mail