San Pedro de Atacama en Chile, es el lugar idóneo para ser el protagonista de una historia muy particular, escrita con la arena del desierto. La aventura empieza cuando se aterriza en el aeropuerto de Calama, desde Santiago, la capital del país.

Esta apacible localidad es resguardada por imponentes guardianes de los Andes y los volcanes, fuente de inspiración de las antiguas civilizaciones que desde hace 10.000 años han forjado las tradiciones y cultura de hoy nos cautivan y hechizan. La belleza es una constante en la vida lugareña, pues además de contar con dos ríos, hay enormes salinas llenas de flamencos, meseta, lechos de césped y grutas de sal y en el centro, el museo, restaurantes, una iglesia histórica, y una amplia variedad de artesanías.

Dentro de este ambiente apacible, donde las calles son sombreadas con árboles trenzados del desierto y engalanadas con preciosas cercas talladas a mano, a tan sólo una cuadra de la calle principal, se encuentra un alto muro de adobe, erigido según la usanza antigua, y que resguarda a Awasi, un verdadero Hogar, no sólo porque esto significa, sino porque así nos hacen sentir.

Atacama se vive como un pequeño oasis en el desierto, donde el atardecer y la salida de la luna se disfrutan con la magnificencia de un espectáculo privado. Este hotel es el resplandor de la forma en que los ancestros incas vivían y construían sus hogares, pero llevado a un alto nivel de lujo y de confort. Un historiador local apoyó durante su construcción, recreando las estructuras antiguas para transportarnos a un mundo diferente.

Awasi es para descubrirse en la serenidad de su soledad, pues con sólo diez habitaciones es fácil perderse en la exquisitez de sus servicios. Aunque cada espacio de Awasi es cómodo y cálido, las habitaciones son un edén. Cada una ha sido construida con materiales como adobe, piedra y madera, de forma que se mantengan frescas durante el día, y caliente durante la noche. Las habitaciones son enormes, y cuentan con un vestidor, y baño espacioso, regadera externa en un patio privado desde donde se ve la claridad del cielo.

Cada vez que se regresa, somos sorprendidos por coquetas sorpresas, pero su mayor atractivo es contar con nuestro propio guía privado, para recorrer los lugares que queramos a nuestro propio tiempo. Después de pasar el día explorando el desierto y la calidez de la gente, regresamos a disfrutar las áreas comunes de Awasi, como sus fogones, livings, alberca y claro, tomando unos deliciosos pisco sours en el bar que está junto a unos fogones para pasar el frío del desierto.