El sabor, olor y cuerpo de un vino, son características que definen su personalidad, sin embargo, hay cosechas que simplemente son extraordinarias, por su combinación única de factores climáticos, que desarrollan uvas de excelentes cualidades.

El vino es un como un lienzo en blanco, donde el talento del enólogo puede crear una sinfonía de aromas, colores y sabores. Las uvas que crecen bajo las condiciones ideales, son la inspiración para crear vinos de gran expresión aromática y buena concentración de sabor, verdaderas obras de arte que son efímeras para los sentidos, pero permanentes en el corazón.


En Concha y Toro son especialistas en crear piezas únicas e irrepetibles, cargadas de emociones y sensaciones, y por eso celebra a sus vinos excepcionales con la campaña Una Cosecha Extraordinaria 2018, a través de la cual muestra las estaciones del año, los distintos climas, y cómo estos factores influyen en el desarrollo de una magnífica cosecha, como la de Casillero del Diablo 2018.

Las cosechas de este año extraordinario han sido de las mejores de los últimos años para Concha y Toro, por lo que sus vinos tintos han sido una verdadera caricia para los sentidos de los amantes del vino. Además de las cualidades de la temporada, los vinos obtenidos poseen una magnífica profundidad, taninos pulidos y gran fuerza, muy buen color, fruta madura y buenas concentraciones de sabor, con una impresionante frescura, gran carácter y personalidad.


La campaña Una Cosecha Extraordinaria 2018, agrupa a las variedades tintas Cabernet Sauvignon, Carmenere, Malbec, Merlot y Pinot Noir, que crecieron bajo un las condiciones de

un invierno muy frío y prolongado con lluvias, lo que ocasionó una acumulación de agua en los suelos. El frío y la lluvia fueron factores clave para la maduración y florecimiento de las uvas. Además, la primavera templada con vientos frescos y una buena dosis de sol, fueron los factores que determinaron la acidez de las uvas, logrando que el resultado fuera magnífico.

un invierno muy frío y prolongado con lluvias, lo que ocasionó una acumulación de agua en los suelos. El frío y la lluvia fueron factores clave para la maduración y florecimiento de las uvas. Además, la primavera templada con vientos frescos y una buena dosis de sol, fueron los factores que determinaron la acidez de las uvas, logrando que el resultado fuera magnífico.

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