Me acabo de topar con un artículo del Dr. Robert Berenzin en la publicación “Psychology Today”, que habla de cómo realmente la psicoterapia si actúa a nivel biológico en nuestro cerebro, y es por eso que facilita nuevas conexiones neuronales que nos permiten relacionarnos de formas más constructivas.

La psicoterapia trabaja con el principio evolutivo de la adaptación, sanando, las adaptaciones problemáticas que hizo el cerebro en un principio, en otras palabras, reaprendiendo lo que aprendimos equivocadamente, construyendo nuevas vías

Nuestras experiencias positivas y negativas, generan conexiones neuronales, que construyen mapas cerebrales o imágenes simbólicas.

Cuando somos bebes no sabemos bien lo que sentimos, y si tenemos un malestar lloramos, depende del adulto que nos está cuidando y de nuestro temperamento, cómo vamos a aprender a regular ese malestar, si mamá toma al bebé en brazos, y lo conforta, su ansiedad y estrés bajan, y se repara el malestar, generando confianza, seguridad y sensación de amor, pero si la mamá no responde del todo, entonces se generará miedo en el bebé, desconfianza y puede crear mapas neuronales de respuesta agresivas, evitativas, o paralizantes, creando mapas problemáticos que aunados con nuestro temperamento genético,  darán lugar a síntomas como  ansiedad, depresión, fobias, hiperactividad, obsesiones, etc.

Mucho de lo que aprendemos, lo hacemos por repetición, creando hábitos hasta que la conexión es lo suficientemente fuerte que parece automática, así mismo nos pasa con las emociones y con la manera en que nos relacionamos.

Voy a dar un ejemplo: imagina que eres el hermano mayor, y que por alguna razón tus papás siempre te enseñaron a ser compartido con tu hermano y así fuiste siempre, sólo que imagínate que a la hora de recibir regalos, siempre le dieran un mejor regalo a tu hermano chiquito, so pretexto de que él es el chico y no entiende y tú como eres grande debes de entender y ser bueno con él.  De alguna manera a pesar del dolor que sientes, ante la injusticia, aprendes a reprimirlo  y poco a poco esa rabia y celos, los vas convirtiendo en sarcasmo, aprendes a valerte por ti mismo y a no esperar nada de nadie, y te conviertes en el líder de la clase, porque tienes ese humor negro que a todos hace reír.

La situación se complica 20 años después cuando te enamoras, formas una pareja, sin embargo no conoces otra forma de ser y siempre que llegan los días festivos y la repartición de regalos, te sientes incómodo y te vuelves sarcástico, le dejas claro a tu pareja que no te gustan las cursilerías y que no esperas recibir ningún regalo.

Complicando más las cosas, a tu pareja le encanta regalar, es súper detallista y también emotiva, además le fascina recibir sorpresas y regalos.

En Terapia de Pareja, darte cuenta del dolor que te causó una experiencia y cómo te has protegido, se vive como un  DUELO, y la persona tiene la oportunidad de llorar y transitar sus pérdidas y dolores de su vida en un contexto de seguridad emocional, a lado de su pareja quien lo va acompañando y apoyando, recibiendo nuevos modelos de afecto al dolor, para aprender y reaprender nuevos mapas emocionales, cargados de respuestas seguras y amorosas, sin necesidad de defenderse, escapar del dolor o reaccionar con más sarcasmo, si no con compasión ante su dolor, ya que tanto terapeuta como pareja, acompañan en presencia al proceso de duelo. El proceso tiene varias facetas: estar dispuesto a sentir, tanto el dolor como el enojo hacia la verdadera persona que me enseñó a reprimirme por recibir regalos menos importantes, y aceptar lo triste de tener que usar mecanismos inadecuados, que lastiman, como el sarcasmo, la tristeza de no haberme sentido querido y protegido por mis padres, aceptar que sentía coraje y celos, y soltar esa vieja identidad del sarcástico, para darle lugar a una persona más sensible, cariñosa y amorosa.

Estas heridas de apego o traumas, se instalan con mucha fuerza en nuestro cerebro, y al mismo tiempo que nos protegen del dolor, también nos hacen mostrarnos un poco fuertes antes el mundo, y son como una dosis de sadomasoquismo para nuestro cerebro, por eso se necesitan trabajar como un duelo, en compañía de nuestros seres queridos que nos confortan y dan seguridad, para reescribir una nueva historia más sana y adaptativa, cambiando así las viejas y dañinas conexiones neuronales, por nuevas conexiones neuronales reparadoras y amorosas.

Es sorprendente la cantidad de veces que esto me sucede en la terapia de pareja, alguno de los dos trae una queja que en la superficie parece trivial, pero al escarbar siempre encontramos una herida profunda, y la bendición, es que en el proceso terapéutico, en vez de pelear por quien tiene la razón o llegar a acuerdos, reaprendemos como podemos ser esa figura de apoyo para nuestra pareja, cómo crear ese lugar seguro, lejos de traiciones, represiones, agresiones y resentimientos, si no crear una pareja que se acompaña, que está dispuesta a darle una mano a su pareja cuando lo necesita, a ser un lugar seguro para el otro, a responder ante su dolor, su miedo y sus sueños, con amor y presencia. En pocas palabras a crear nuevas conexiones neuronales seguras, vinculantes y amorosas.