En las fiestas infantiles era común jugar a la víbora de la mar, dos niños tendían un puente con los brazos y manos mientras una fila de otros niños pasaba debajo cantando la canción.

En una parte determinada, mientras la letra versaba ¿Será melón, será sandía, será la vieja del otro día, día…? lo niños del puente, inadvertidamente, bajaban los brazos y atrapaban a uno de los niños que alegre y temeroso pasaba por debajo del puente.

El niño atrapado debía elegir entre melón o sandía, de esa forma se hacían dos equipos que posteriormente tirarían de una cuerda. La toma de decisión de los niños del puente podía ser premeditada o no, para quienes iban en la fila era como la ruleta rusa, pero, una vez atrapado, había que decidir. En el fondo y de manera organizada, los niños experimentábamos el riesgo al tomar decisiones y sólo después de tirar de la cuerda sabríamos si habíamos elegido bien.

Tomar decisiones es el pan nuestro de cada día en la administración de una empresa, sin embargo, no todas las decisiones tienen la misma importancia por sus consecuencias, ni los problemas la misma complejidad. Hay decisiones para las cuales la elección es intrascendente, otras pueden determinar el futuro exitoso y prometedor de la empresa, o la posibilidad de poner a la organización contra la espada y la pared ¿Qué elementos usamos para tomar las decisiones críticas? ¿La técnica melón o sandía? ¿O tenemos una metodología más elaborada?

En la segunda guerra mundial, gracias al trabajo del matemático Alan Turing, los ingleses contaron con un decodificador de los mensajes encriptados del ejército nazi, esto resultó crucial para contener el brutal daño que la Luftwaffe infligía en territorio británico y, a la postre, en el curso que tomó la guerra.

Turing elaboró un algoritmo que consistía en ir refinando la probabilidad de éxito para las posibles elecciones, hasta quedarse con la de mayor probabilidad. Lo interesante de su algoritmo es que funciona de manera muy semejante a como el cerebro humano toma decisiones, básicamente evalúa el costo de equivocarse y el tiempo disponible para tomar la decisión, y usa para esto la información con la que se cuenta.

El cerebro es falible y las decisiones pueden tomarse racional o emocionalmente, éstas, para situaciones que involucran muchos factores interrelacionados, se toman, generalmente, de manera intuitiva. Evidentemente hay personas con una intuición muy refinada y sus decisiones son, en muchas ocasiones, altamente exitosas, sin embargo, los ejemplos donde la intuición nos juega muy malas pasadas son abundantes.

Los seres humanos estamos capacitados para tomar decisiones exitosas gracias al desarrollo de nuestra corteza frontal, el centro que juzga qué acciones tomar. Establecemos un ciclo llamado percepción-acción a partir de la información percibida. Decidimos, actuamos y luego enmendamos hasta que resolvemos. Esto solemos llamarlo “ensayo y error”, todos hemos escuchado la sentencia “aprendemos más de nuestros errores”. Pero cuando la información es excesiva, cuando los factores son muchos, la probabilidad de equivocarnos aumenta, cuando equivocarnos puede ser de vida o muerte, es mejor reducir la probabilidad de hacerlo.

Hay metodologías que son muy útiles cuando la decisión requiere analizar situaciones de dependencia multifactorial. Éstas podemos simplificarlas afirmando que el propósito es elegir aquella opción para la cual el riesgo de meter la pata sea el más pequeño posible.

Esto desde luego requiere un trabajo importante para tener y acceder a información relevante. También hay que establecer rigurosamente los criterios que han de regir en la toma de decisiones. Actualmente se han desarrollado métodos cuantitativos que ofrecen, en forma automatizada, las mejores opciones para resolver problemas críticos y complejos.

¿Y tú, usas métodos cuantitativos en la toma de decisiones tanto personales como administrativas u operativas en tu PYME o en tu GRAN empresa o prefieres seguir usando la de “melón o sandía” cómo cuando eras niño y jugabas a la víbora, víbora de la mar, de la mar…?

¡Avísanos tú contestación cuando la tengas!

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REFERENCIAS:

La vida Secreta de la Mente de Mariano Sigman 2015

The Neuroscience of Freedom and Creativity de Joaquín Fuster 2013

https://www.decision-making-confidence.com/how-to-evaluate-a-decision.html