Desde hace unos meses he estado trabajado con un paciente que se sentía muy incómodo en casa de sus suegros, él me decía que no le parecía como se trataban entre ellos, y algunos modos de conducta poco ortodoxos. Esto le preocupaba porque no deseaba que en un futuro, sus hijos se comportaran así, sus dudas eran genuinas y deseaba que su pareja se alejara de su familia de origen, por el bien de todos, para  una convivencia más sana.

Después de algunos meses de terapia recordó que sus hermanos siempre lo molestaban, incluso le pegaban. Tiene la imagen de cómo le pedía a su mamá que lo defendiera, que hiciera algo, que le dijera algo a sus hermanos y su madre sólo decía “ yo no me voy a meter, arréglense ustedes” .

Aquí fue cuando se dio cuenta de lo inseguro que se sentía en casa y lo poco tomado en cuenta, como si fuera invisible para su mamá y sus hermanos, aprendió a alzar la voz,  cuando se sentía ignorado él gritaba, pensando que quizá así, si le harían caso.

Su sorpresa fue cuando se dio cuenta, que también él gritaba en casa de sus suegros, sobre todo cuando le faltaba al respeto, que justo era cuando se sentía que no le tomaban en cuenta o le ignoraban.

Esto pasa muy a menudo en terapia de pareja, sentimos que nuestra pareja tiene el deber y la obligación de defendernos frente a su familia cuando sentimos que se nos ha faltado al respeto…  Sin embargo, no nos damos cuenta que muchas veces, somos nosotros los que gritamos porque sentimos que no nos toman en cuenta, tal vez seamos más sensibles al rechazo por nuestra propia historia, por eso es muy importante trabajar nuestros temas en terapia, y entender que no es nuestra pareja la responsable de que nos sintamos rechazados. Sin embargo, el trabajo terapéutico de pareja es conectar a la pareja para hacernos sentir seguros, que contamos con ella, que ahí va a estar para cacharnos cuando nos estemos cayendo, quizá nos de la mano, y nos eche porras, pero al final del día, somos nosotros los que aprendemos a levantarnos por nosotros mismos.

Este paciente quería recibir respeto y atención, sin embargo, no se daba cuenta que al gritar y juzgar a la familia de su pareja como agresiva, no los estaba aceptando ni respetando.

Así que si queremos recibir respeto, ¿Realmente estamos dispuestos a poner RESPETO en la mesa?

Nota del autor:Las fotografías son cortesía de: https://www.google.com/search