El hotel Marquis Reforma Resort & Spa es reconocido por su elegancia y el refinamiento de sus espacios. Es un hotel diseñado para evocar felicidad y plenitud mediante su lujo sutil, desde el lobby bañado con la luz natural que se filtra a través de los cristales, con la belleza de cada una de sus terrazas que inundan de verdor las alturas, la delicada perfección de las esculturas, con los acabados finos en mármol, y sobre todo con sus restaurantes de calidad internacional.

El pasado 31 de mayo, el gusto exquisito del hotel fue el marco perfecto para que Marcas de Lujo celebrara una exclusiva cena con maridaje de vinos, comida, música y bailes, una verdadera Sinfonía de Sabores en la que los asistentes se dejaron consentir  son sutiles caricias a los sentidos.

La fusión de la buena cocina resaltó en un ambiente vibrante entre amigos, amenizado con sutiles detalles que, en conjunto, crearon una noche de estrellas. El maridaje estuvo a cargo de los pasos delicados de ágiles bailarinas de ballet clásico de Bellas Artes que interpretaron fragmentos del Lago de los Cisnes, con la sensualidad de los bailarines del tango, y con los sorbos de vinos Premium.

Taittinger

 

Las coquetas burbujas de la Champagne Taittinger fueron el preámbulo de la noche, que además de la belleza de sus reflejos dorados, transmite sofisticación y elegancia a cada momento. El tiradito de garra de león con presencia de leche de tigre, perlas de mango y pera, hizo su presencia en la apertura, y fue maridado con Marella rosado de Ferrer y Asociados. Este vino mexicano es de un rosa pálido con ligeros ribetes naranjos, muy limpio y cristalino, lleno de fresas frescas, flores secas, notas de cera de abejas y flores blancas. En boca muestra la cualidad de los suelos del Valle de Guadalupe, además de tener una persistencia alta y muy aromática.

El Marella Chardonnay fue el compañero perfecto del segundo platillo, con su color dorado profundo, nariz intensa con frutos tropicales, y sabor de madera tostada, mantequilla derretida, piñas caramelizadas y ligeros toques de creme bruleé y miel. El pulpo a las brasas y papa al azafrán con alioli de ajo criollo, resaltó sus sabores con este vino intempestivo y persistente.

 

 

El corte jugoso del Joue de boeuf a baja temperatura, napeado con su propia salsa y toques de echalote con esencia de vainilla, fue maridado con Ícaro, el emblemático vino crianza del que sólo se producen un aproximado de dos mil cajas al año. La gran sensibilidad y franqueza con la que expresa sus orígenes, los aromas del Terroir y el paso de días de sol, lo convierte en un vino que regala momentos en experiencias memorables. El compañero del postre de helado de jengibre sobre tierra de galleta de granola con esencia de anís y compota de mango al azafrán, fue el vino Beronia Verdejo de Casa Pedro Domecq, que con su frescura y notas cítricas y de fruta blanca, se integra con la dulzura de los postres.

 

El sabor y aroma verdaderos de los vinos hicieron su aparición en las copas Riedel, las únicas que con su diseño y delicado cristal permiten distinguir las características de cada cepa y su paso por barrica. Las mesas fueron bellamente decoradas con los destellos de las piedras de Swarovski, pequeñas joyas que capturan el brillo de las estrellas.